El pasado viernes, 14 de agosto, se inauguró por fin la exposición en la que he venido trabajando a lo largo de más de dos años. Fue un acto entrañable al que asistieron muchos de mis alumnos de los diferentes pueblos del Taller y en el que por vez primera tuve el apoyo público del Ayuntamiento de Almázán, cuyo alcalde, en el acto de presentación, tuvo palabras amables y alentadoras que dejan la puerta abierta a colaboraciones que no han sido posibles hasta el presente nunca con anteriores corporaciones. Hasta el día de hoy, martes, han sido muchas las personas que han pasado por el Centro Cultural San Vicente, un marco único en el que los cuadros adquieren un realce, casi diría una solemnidad, que hasta a mí me sorprende. Es curioso cómo una obra artística cobra autonomía una vez firmada por su autor. Me paseo a veces por este espacio mágico y los cuadros me parecen de otra persona, no míos, es como si estuvieran ya muy lejos de mí. Se han convertido en ventanas a las que asomarse y mis sentimientos o intenciones al pintarlos....rara vez tienen que ver con las personas que los contemplan. Pero así es el arte, ahí reside su grandeza, en que nunca es parejo u objetivo, es multiforme y contradictorio a veces y de poco sirve racionalizarlo o explicarlo. Simplemente hay que asomarse a cada ventana-cuadro y dejarse impregnar por lo que se allí se ve.
En fin, después de tanto trabajo me siento satisfecho porque he sido capaz de cumplir mis objetivos. Lo demás, han de ser los visitantes de la exposición quienes lo digan.
